Fray Bartolomé de las Casas
Bartolomé de las Casas O.P. (Sevilla, 1474 o 14841 – Madrid, julio de 1566) fue un encomendero español y luego fraile dominico, cronista, filósofo, teólogo, jurista, obispo de Chiapas (en aquel entonces, territorio bajo jurisdicción de la Capitanía General de Guatemala), escritor y principal apologista de los indígenas siendo el «Procurador o protector universal de todos los indios de las Indias» hispánicas.
Cursó sus estudios primarios, probablemente, en el Colegio de San Miguel y sus primeros contactos con la vida de los religiosos debieron ser cuando visitaba a su tía Doña Juana, que era monja en el Monasterio de Santa María de las Dueñas. Posiblemente en 1490 fue a estudiar «ambos derechos» (canónico y estatal) a la Universidad de Salamanca. Un familiar suyo era sacerdote en el Convento de San Esteban, donde en aquel entonces residía Cristóbal Colón, por lo que pudo encontrárselo allí por primera vez.
En 1492 su tío paterno, Juan de la Peña, participó en el primer viaje de Colón, que partió del Puerto de Palos el 3 de agosto de ese año. La expedición regresó en 1493 habiendo descubierto la nueva ruta a las Indias, lo que generó gran expectación.
El padre de Bartolomé, el comerciante Pedro de las Casas,4 decidió, junto con su hermano Francisco Peñaloza, embarcar con Colón rumbo a las Indias para su segundo viaje, que partió de Cádiz el 25 de septiembre de 1493. Más adelante acompañaron al padre sus hermanos Diego y Gabriel Peñaloza. Cuando la expedición regresó trajo 600 indios y el padre le regaló uno a su hijo Bartolomé para que le sirviera.7 Sin embargo, Bartolomé utilizó al indio como objeto de estudio humanístico, y le preguntó por su religión para investigar si se parecía al cristianismo. Como estudió latín en Salamanca y Sevilla,8 aprovechó sus conocimientos en filología y latín para estudiar posibles semejanzas con su lengua.
Alrededor del 1500 Bartolomé terminó sus estudios en Salamanca y consiguió una plaza como doctrinero en una expedición a las Indias que partió del puerto de Sanlúcar de Barrameda el 13 de febrero de 1502.
En 1510 llegó a la isla la Orden de los Dominicos, que a la postre fue la que mayor aporte hizo en favor de los derechos de los indios. Los primeros dominicos que llegaron a la isla fueron cuatro, de los cuales solo se conserva el nombre de tres: fray Pedro de Córdoba, fray Antonio de Montesinos y fray Bernardo de Santo Domingo. Posteriormente llegaron más, aumentando el número a ocho. Pronto empezaron a preocuparse por los derechos de los aborígenes.
La víspera del domingo 21 de diciembre de 1511 los ocho miembros de la congregación elaboran un discurso que fray Antonio fue encargado de transmitir y que defendía enormemente a los indios. Se llamó Sermón de adviento.
El sermón generó grandes protestas en la isla. Varios encomenderos y religiosos se quejaron al rey Fernando el Católico y le solicitaron la expulsión de los dominicos.
Tras aquel Sermón de adviento a Las Casas se le negó la absolución debido a que en esa época aún mantenía su repartimiento indígena.11
En 1516 Las Casas escribió su Memorial de los Agravios, de los Remedios y de las Denuncias.
Las Casas fue comisionado consejero de los frailes y se le nombró Procurador o protector universal de todos los indios de las Indias.
En 1524 se había creado el Consejo Real y Supremo de las Indias, para hacerse cargo de todos los asuntos relacionados con la política de América.
En Valladolid, entre 1550 y 1551, mantuvo una polémica con Juan Ginés de Sepúlveda llamada «La controversia de Valladolid» que versó sobre la legitimidad de la conquista. Se discutió quién ganó esta controversia, ya que ambos se consideraron ganadores, sin embargo los trabajos de Ginés de Sepúlveda no obtuvieron autorización para ser publicados.
Los últimos años de Bartolomé de Las Casas transcurrieron en Madrid. Estuvo en el Convento de San Pedro Mártir y luego en el de Atocha, acompañado de su amigo fray Labrada.
Fray Bartolomé de las Casas, conocido como el Apóstol de los Indios, murió en esa ciudad, en 1566. Fue enterrado en Atocha aunque, posteriormente y por su disposición testamentaria, sus restos fueron trasladados a Valladolid.