UN ITINERARIO ESPIRITUAL QUE NOS RENUEVA Y REVITALIZA.

Inmersos en esta sociedad que nos presenta tantas ofertas para sentirnos bien, para acrecentar la salud física y psíquica, mantener y embellecer nuestro cuerpo desde los cánones que marca la moda y el consumismo, para ser competentes y rendidores, para triunfar y ser exitosos, iniciamos el tiempo de Cuaresma.

Los textos bíblicos de la liturgia de hoy, Miércoles de Ceniza, me han permitido distinguir algunas claves que percibo en el aquí y ahora como señales orientadoras en mi camino de creyente, cristiana, consagrada. Las comparto desde este lugar, sabiendo que quienes lean estas líneas transitan sus propios itinerarios personales e irrepetibles iluminados por otras claves relevantes.

El profeta Joel (Jl 2, 12-18), ante el padecimiento de una terrible invasión de langostas que devastó a Judá,  se dirige a la comunidad invitando a la conversión, a la penitencia y oración, promulgando un ayuno, congregando en asamblea al pueblo, purificando (santificando) la comunidad. Es una vivencia litúrgico-experiencial que confía y espera la misericordia de Dios que se compadece de su pueblo.

Tres claves en un solo versículo: “Mas ahora… volved a mí de todo corazón…” (Jl 2, 12a).

  1. Ahora: Este adverbio de tiempo nos sitúa en el hoy, en el presente. Para la mirada creyente, ubicados en el tiempo de la Iglesia, que es el tiempo del Espíritu, el de la conversión al Evangelio de Jesús, el “hoy” de Dios es el “tiempo favorable”. El griego distingue el tiempo cronológico, lineal, como “cronos” y el “kairós”. El primero es el tiempo humano y vital, marca cantidad. El segundo marca calidad, indica ocasión, tiempo oportuno, tiempo favorable, momento señalado y preciso en el que Dios interviene de manera sobrenatural para bendición de los hombres. El “kairós” no mide, en él se pierde la noción de tiempo, es tiempo sin tiempo, son momentos en los que el reloj se detiene, alimentándonos, renovándonos.
  2. Volved (a mí): Un verbo que inspira y sostiene el camino cuaresmal. No podemos emprender este itinerario sin este llamado del Señor. “Él nos llamó primero”, parafraseando a Juan. Dios nos llama para que volvamos, no desde una conversión superficial o transitoria, porque es un itinerario espiritual que moviliza las actitudes más profundas de la conciencia, y que es posible porque Dios es rico en misericordia y en amor (Jl 2, 13). Y su misericordia es regeneradora, nos hace nacer de nuevo, crea en nosotros un corazón nuevo.
  3. De todo corazón: En la antropología bíblica, leb (corazón), no sólo designa el órgano de los sentimientos, sino también el lugar del conocimiento, de la recta razón y de la voluntad. Es lo propio del ser humano, lo que define su naturaleza espiritual (como lugar de encuentro personal con Dios) y también su naturaleza racional (regulando la conciencia y libertad humanas), lugar de la escucha de la palabra y de la sabiduría, el lugar de la decisión en favor del bien. En el “desierto” Dios hablará al corazón (Oseas).

Estas claves, desde la experiencia y fe en Jesucristo (2 Cor 5,20 – 6,2).

San Pablo, como mensajero de Cristo ¡suplica! a la comunidad de Corinto: “¡Reconciliaos con (volved a) Dios!” e interpretando a Is 49,8 desde la novedad de Cristo, exhorta a reconocer y contemplar el ahora como kairós para que esta gracia recibida de Dios sea fecunda. Mirad ahora el momento favorable; mirad ahora es el día de la salvación” (2Cor 6, 2b)

Desde el evangelio de Mateo (Mt 6,1-6.16-18)

Las principales obras buenas para los judíos que hacen justos a los hombres ante Dios eran la limosna, la oración y el ayuno. Mateo nos presenta a Jesús, maestro y pedagogo que desenmascara la falsedad de esas prácticas cuando son motivadas por el reconocimiento de los demás. Aquí es el mismo Jesús quien nos propone la limosna, la oración y el ayuno como opciones que surgen en el interior del corazón, en nuestras zonas personales más ocultas y secretas, no como actitud intimista sino de autenticidad y libertad que iluminadas por la fe se reflejan en nuestro vivir como buena noticia.

Benedicto XVI, nos recordaba 8 años atrás la dimensión evangelizadora de la conversión, en tanto que nos trasciende: Todos pueden abrirse a la acción de Dios, a su amor; con nuestro testimonio evangélico, los cristianos debemos ser un mensaje viviente, más aún, en muchas ocasiones somos el único evangelio que los hombres de hoy todavía leen.

Hna. Susana Batalla

Provincia “Santa Rosa de Lima”

Puestos mis ojos en ti, Jesús amigo, maestro, esposo…

Intento detenerme en mi aquí y ahora para iniciar conscientemente el camino cuaresmal.

Inmersa en el tiempo lineal, pero abierta a la acción de la Ruah.

Desde el bullicio, el ruido exterior e interior, pero dejándome conducir por el sabio silencio hacia el desierto (lugar teológico de itinerancia, lucha y encuentro), a las regiones profundas de mi conciencia.

Sé que me invitas a volver a casa, a los reencuentros, a la conversión…

Quiero escuchar tus llamadas en este tiempo de gracia y reconocer tu mirada de amor que reconcilia y sana.

Quiero vivir una cuaresma abierta y solidaria con mis hermanas y hermanos, reconociendo en sus voces, en sus lamentos y gritos, en su alegría y sonrisas, en sus anhelos más profundos, tu presencia y cercanía.

¿Podré dejarme sorprender y reconocer el tiempo de gracia, el tiempo favorable?

¡Que así sea! Amén.

 

CUARESMA: OPORTUNIDAD PARA EMPRENDER