Noche de vigilia en Rosario
«El miércoles 17 por la noche fue la Vigilia Pascual en el patio del colegio. Yo ya había tenido mi primera Vigilia el año pasado cuando cursaba cuarto, y al haber tenido una experiencia tan linda decidí volver a ir. El propósito por el cual fui el año anterior fue compartir un rato con mis amigas, pero en el durante supe que la noche de Vigilia era mucho más que eso: la experiencia fue inolvidable al igual que todo lo que sentí. Por ese motivo, no podía perderme este año la que sería mi última Vigilia como estudiante de quinto.
Pasaron algunos días desde esa noche y puedo notar que desde que regresé a mi casa la mañana después algo cambió dentro mío. El tema principal fue el perdón y, estando ahí, pude aprender qué es el perdón en verdad. Y perdoné, pedí perdón, ayudé a otros a perdonar. Mientras que iba compartiendo la experiencia con mis compañeros vi todo diferente. A ellos, y a mi. Lo vi todo de una manera mucho más profunda. Lo vi de verdad, y sentí la Pascua de resurrección dentro mío. El esfuerzo por mantenernos despiertos toda la noche, el ayudar a otros a que lo hagan y el sentir que todo eso valía la pena. Porque así era, lo valía, por nuestro verdadero compañero, quien vela por nosotros y se queda despierto siempre al lado nuestro cuando lo necesitamos.
Esa noche nos invitaron a “dejarnos”, y puedo decir que me motivaron para invitar a otros a hacerlo. Dejarse amar, dejarse vivir, dejarse soltar, dejarse llorar, dejarse. Y a ver todo de otra manera.»