«Ligeros de equipaje» por el cerro
«El cerro nos hace reconocer nuestra esencia de peregrinos, es decir ,sabernos en camino, por lo tanto “desinstalados”, atentos y abiertos a la novedad de paisajes y de encuentros. «El hombre es tierra que anda», decía Atahualpa Yupanqui…
El peregrino no es un vagabundo, un sin rumbo; por el contrario, sabe muy bien hacia donde se dirige y allí tiene puesta su esperanza. Sin embargo, está llamado a disfrutar del viaje porque el andar es su hoy, su verdad, esa que va descubriendo en el camino, con otros, en el encuentro. De hecho, la religiosidad de las familias del Cerro nos hace recordar en qué creemos, en un Dios que se hizo compañero de camino y se reveló en la historia, haciendo de ella la única historia, historia de salvación.
Contemplar a las personas que van de camino por los Cerros nos hace entender que el peregrino suele ir con poco, sólo con lo necesario, “ligero de equipaje”. Es interesante esta condición del caminante. Nos obliga a discernir, a distinguir lo que vale de lo que no vale tanto, nos obliga a ser sabios.
Todo esto es válido no solo para la reflexión personal, sino también para la comunitaria. Vivir desinstalados significa aceptar que todo lo que vamos construyendo en ese camino, que no es otra cosa que la vida, tenemos una tarea, sí, una sola: ser testigos del Amor, que es lo que le da sentido al camino y al caminar, a la vida y al vivir… Dios.
Compartir la vida con las familias de Anfama, San José y Chasquivil que nos invitan a ser testigos de su Amor en el encuentro, es la posibilidad de enriquecerme con la experiencia del otro. No soy yo, nosotros solos, los que tenemos experiencia de su Amor. Todo ser humano es hijo de Dios y, a su modo, vive esta experiencia. Compartir es dar y recibir y fundamentalmente ser transformados, crecer en el encuentro.»
Ximena Rodríguez
Profesora y referente del Voluntariado del Colegio Santísimo Rosario (Rosario)