Itinerantes y Compasivos-Fr. Ángel María Boisdron: 100 años de su fallecimiento (1924-2024)
Bajo el lema “itinerantes y compasivos” hacemos memoria del centenario de la pascua de Fr. Ángel María Boisdron. Los aniversarios son una excelente oportunidad para releer la vida de una persona y dejarnos impregnar por sus búsquedas y aprendizajes. En este año “boisdroniano” que celebramos, somos invitados a recorrer la biografía de este creyente, como una manera de descubrir la presencia de Dios en su historia, porque sabemos que se manifiesta en aquellos que se abren a su misterio y se dejan habitar por Él.
Fr. Ángel María fue un incansable buscador de Dios y por ello “un amigo de Dios”, como solían autodenominarse los dominicos y dominicas que en la edad media se reunían para intercambiar sus experiencias y aprendizajes en el camino de la fe. Boisdron con sus itinerarios nos anima a no desfallecer en nuestras búsquedas. Él es un compañero de camino y a la vez un guía que ilumina nuestros pasos y nos conduce con su sabiduría, la que recibió como un don de Dios, en medio de sus aciertos y errores.
Fue un viajero incesante y sus viajes fueron su mejor escuela. Vivió a fondo la itinerancia dominicana marcando su vida con experiencias de “anuncio y desarraigo” como solía describirse la vida de los dominicos desde el siglo XIII. Fue un viajero de Jesucristo y su movilidad le permitió aprender de mundos muy diferentes y ponerlos en contacto. Ese talante viajero y nómade que fue adquiriendo, le enseñó a vivir desde la hondura espiritual del desapego y la libertad. Aprender de sus itinerarios es una invitación a abrirnos al mundo, para comprenderlo y amarlo, asumiendo el compromiso de hacerlo más habitable para todos.
Boisdron como itinerante fue un hombre profundamente libre. En una conferencia que dictó en la Universidad de Córdoba en 1899, explicaba lo que significaba vivir bajo el régimen de la libertad y decía que “este régimen no nos da correligionarios, pero siempre nos dará amigos y la verdad hará lo demás”. Y es que esa fue la convicción con la que supo vivir, comprendió que ser predicador no implicaba conseguir prosélitos sino establecer profundos lazos de amistad y respeto mutuo.
Manifestó en su vida una profunda sensibilidad social que lo llevó a vivir una espiritualidad de ojos abiertos, dejándose conmover por el sufrimiento de los más pobres. En 1897 en el Círculo Católico de Obreros de Tucumán, advertía sobre la lamentable condición de quienes vivían y morían en la miseria, invitando a quienes lo escuchaban a no quedar impasibles ante el dolor y a comprometerse en mejorar las condiciones sociales de los más vulnerables. Alertó sobre la falta de leyes de protección a los obreros y promovió la elaboración de la primera legislación laboral en Tucumán.
Durante el cólera que azotó Tucumán, se asoció a Elmina Paz de Gallo para dar respuestas concretas al drama de la epidemia, viviendo la compasión con los más desprotegidos. Luego, junto a ella fundó nuestra congregación y acompañó el crecimiento espiritual de las mujeres que se consagraron a Dios y a todos los amigos que se comprometieron con los diferentes proyectos que fueron desarrollando.
Boisdron, siguiendo las huellas de Domingo de Guzmán aprendió a contemplar a Dios en la oración y en los caminos que transitó, comprendió en su época que la Iglesia de Jesucristo debía ser “una iglesia en salida”, como hoy lo expresa el Papa Francisco.
Buscó comprender el mundo y utilizar un lenguaje accesible a las nuevas sensibilidades. Juan. B. Terán, uno de los jóvenes más inquietos de Tucumán de principios de siglo XX, fundador de la Universidad de esa provincia, así lo describía:
“Boisdron es un hombre de su tiempo, con el sentido de las nuevas necesidades. Doctrinario, raciocinador, tolerante en la forma, sabe que la simpatía es el camino más seguro para el convencimiento, y que en nuestro tiempo no se predica a creyentes y devotos. Como Lacordaire, trata de vincular el cristianismo a su siglo. No trata de persuadir en nombre del dogma o de la fe, sino de la razón. Pocos predicadores como él, han llamado por su nombre las ideas nuevas. Ha escuchado el clamor sordo y murmurante de los desheredados y ha dicho: “el orden social debe reformarse”, es inadmisible la desigualdad monstruosa de las condiciones en cuanto a la posesión de fortuna, de los bienes y bienestar en este mundo”.
Pero Boisdron también sabía que el verdadero viaje tenía lugar dentro de sí mismo y fue hacia el fondo de su corazón hacia donde fue guiado.
Honrar su vida es atrevernos a realizar el viaje más difícil, hacia hacia el fondo del alma, donde habita el misterio de Dios. Boisdron nos refleja en su vida la presencia y el rostro benévolo de Dios, su experiencia de Dios fue de una profunda misericordia.
Que este año en que lo recordamos especialmente, podamos dejarnos impregnar por su sabiduría y contagiarnos de su entrega generosa al servicio de los demás.