Oyentes de la Palabra
LA PALABRA DEL DOMINGO XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO
Los textos de este domingo nos hablan de elecciones que debemos realizar en algunos momentos de nuestra vida, que son significativas y, en muchos casos, definen qué mirada vamos a tener hacia el pasado, o qué proyectos deseamos concretar en el presente o qué caminos para el futuro. Estamos siempre ante definiciones, lo importante es cómo vamos haciendo el ejercicio cotidiano de mirar y optar por aquello que nos hace bien, y crea en nuestra historia, un bien para los demás. ¿Qué intuiciones o herramientas nos acerca la Palabra de Dios hoy para hacer realidad esto que muchas veces suena utópico? Veamos.
Sabiduría 7, 7 11, Salmo 89, Hebreos 4, 12-13 y Marcos 10, 17-30.
Lo primero que encontramos en los textos es la reflexión del libro de la Sabiduría que nos dice que ante todo debemos ponernos en una actitud humilde, es necesario pedir la sabiduría para actuar. Pero el texto nos habla de dos “virtudes” que entran en juego, por un lado la prudencia, como aquella que nos hace capaces de saber hacer con justicia, en cuidado del otro y del mundo que nos rodea, y por otro la sabiduría, como aquella actitud de saber mirar y contemplar la realidad… Porque ¿quién es el sabio? Es aquella persona que no tiene mucha palabra, sino que tiene una mirada que abarca la realidad y la trasciende. Pedir, que ya implica una actitud de apertura y disponibilidad, para poder contemplar y hacer, desde la justicia y el cuidado. Todo lo demás dice el texto que viene como consecuencia de esta actitud.
Lo segundo creemos que sale a nuestra lectura o escucha de la Palabra es la capacidad de la pregunta. En el evangelio Jesús con los suyos siguen en camino, y en medio de ese caminar les sale “uno”, anónimo, y le pregunta el “¿cómo hacer? para heredar la vida eterna”, que no es otra cosa que desear vivir una vida plena, practicando la prudencia y viviendo en esta sed de trascendencia que nos trae la sabiduría…vivir en comunión con Dios junto a los hermanos. Este que se acerca, que al ser anónimo puede ser el escenario donde nos podemos ubicar cada uno de nosotros, se anima a la pregunta, a la indagación… ¿qué hacer? El saber y el hacer ya lo tiene comprendido y vivido, sólo queda otro hacer que va más allá, que se llama entrega por los otros, ese saber que nos invita Jesús en este camino hacia Jerusalén, sabiendo que puede acarrear una entrega de por vida. Y ahí “lo sabido” y “lo practicado” ya no tienen fundamento, solo existe la confianza de la presencia del Señor y de los hermanos que nos acompañan en el camino. Y aquí surge lo tercero que les queríamos compartir.
El evangelista Marcos, siendo bien consciente del contexto que está viviendo su comunidad, le es claro a aquellos que se animan a hacerse la pregunta. “Ve, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres…luego sígueme”. Si hacernos la pregunta de qué es lo mejor para mí y para los demás exige valentía, esto nos pone frente a nuestro más profundo yo. Dar todo aquello que no me permite caminar, principalmente aquello que me retiene para no ser libre, y que muchas veces no son cosas materiales sino imágenes y necesidades creadas internamente… genera una confianza en la presencia de Dios que aquí es infinita. Dice el texto: tendrán cien veces más, en hermanos y hermanas, casas, madres e hijos, pero en el contexto de Marcos, como puede ser muchas veces el nuestro, en medio de las dificultades e incomprensiones de los demás. Y aquí se nos debilita la respuesta. Marcos es el único que escribe además de todo lo que recibiremos “en medio de persecuciones” porque es consciente que su comunidad lo vive y lo sufre… pero ¿por qué?
Porque ser fiel al proyecto de libertad desde el seguimiento a Jesús practicando la prudencia, como ejercicio de la justicia y el cuidado del otro, con una actitud contemplativa ante la realidad, animándonos a hacernos la pregunta para optar por una vida plena, es un ejercicio que plantea contradicciones para nuestra sociedad, y en muchos casos, rechazo, negación y confrontación para aquellos que lo practican.
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