Oyentes de la Palabra

Oyentes de la Palabra

PALABRA DEL V DOMINGO DURANTE EL AÑO

No dejemos de buscar en nuestra vida, aunque sea ‘toda la noche’; el Señor nos encontrará, dialogaremos con Él, y renovaremos nuestra vida a favor de nuestros hermanos que necesitan imperiosamente de esa Vida.

Isaías 6,1-2a.3-8, Salmo 137, I Corintios 15,1-11 y Lucas 5, 1-11.

Podríamos darle un título a la liturgia de este 5° domingo del tiempo ordinario: “Comienzo del discipulado-seguimiento a Jesús” haciéndonos eco de las lecturas que leemos en la misa en este día, pero también podríamos darnos un tiempo y hacer lo que los protagonistas de estos relatos hicieron con su vocación en algún momento de su vida…hicieron memoria de lo que les ocurrió, y a partir de allí enseñaron a otros un camino de seguimiento. Veamos qué claves nos plantean y cómo nos invitan a detenernos y realizar esa misma memoria para profundizar nuestra vocación e invitar a otros a hacerla.

Lo primero que nos relatan los tres textos es que tanto Isaías, como Pablo y Pedro con sus compañeros, tuvieron un encuentro personal con el Señor. Un encuentro que tiene tres características; por un lado el Señor toma la iniciativa, “se deja ver por Isaías”, algo imposible para la concepción semita (¡no se puede ver a Dios y seguir viviendo!), seguramente mientras éste estaba rezando en el Templo; Pablo le escribe a los Corintios y le cuenta como el Señor se le apareció a él después que a todos los discípulos; y Lucas nos relata el momento de la famosa pesca milagrosa, ¡con lujo de detalles!, “y Jesús vio esas dos barcas, se subió a una de ellas y le dijo a Pedro que se apartara un poco de la orilla”. La segunda característica de este encuentro es la capacidad de interioridad y autoconocimiento que les posibilita a cada uno; Isaías ante la presencia sagrada del Señor, no le queda otra que hacer consciente lo que él era realmente … un pecador que necesitaba su sanación; Pablo sabe que no lo conocía a Jesús, pero que el Señor le dio la gracia para el encuentro, aunque sea “el menor y no digno”, ¡tiene posibilidad!; Pedro dándose cuenta de la presencia del Señor, le dice “apártate de mí…que soy un pecador”. Por último, al igual que ellos, ese encuentro personal que nos permite ir a lo más profundo de nosotros mismos, nos lleva a tener palabra ante Dios. Isaías no se queda callado, expresa lo que siente y se anima a responder a las preguntas que surgen de ese encuentro; Pablo transmite todo lo que recibe, no se queda con la experiencia del encuentro, sino que reacciona, tiene palabra ante ella; Pedro, ante la propuesta de Jesús de ir mar adentro, no se queda callado, le plantea lo que habían vivido la noche anterior, pero confía en razón de la palabra del Señor.

Lo segundo que nos plantean los textos es que el encuentro personal con el Señor no es un fin en sí mismo, sino que es el espacio vital en donde y desde donde comprendemos quiénes somos y a qué estamos invitados a vivir en nuestra vida. Es por eso que tanto Isaías, como Pablo y los discípulos comprenden sus vidas al servicio de los demás, sólo en la medida en que se animaron a entrar en ese vínculo con el Señor. “A quién enviaré? Aquí estoy!… mándame”, nos relata Isaías; “he predicado…he trabajado… y ustedes han creído en la gracia de Dios”, hace memoria Pablo; y el evangelio no puede ser más gráfico: “desde ahora serán ‘pescadores de hombres’… ellos dejándolo todo lo siguieron”.

Por último quisiéramos compartir dos palabras muy sugerentes que nos regala el texto de Lucas. El seguimiento de Jesús en la obra lucana comienza en este relato y hay una suerte de caracterización muy transparente en este comienzo: el seguir a Jesús implica una suerte de “totalidad”… ‘dejaron todo’ y lo siguieron; hay otro momento en el relato que también se repite la palabra: ‘toda’ la noche estuvieron pescando, y no sacaron nada. Pareciera ser que Jesús nos invita a seguirlo en medio de nuestras búsquedas, búsquedas de estar ‘toda una noche’ en vela intentando encontrar aquello de lo cual no tenemos seguridad-respuesta, pareciera ser que el Señor nos pide esta disponibilidad de estar ‘en vela’, ‘en búsqueda’. Solo así podremos dejarlo todo, pero ¿para qué?… y aquí está la otra palabra. En español traducimos que Jesús invita a los discípulos a ser ‘pescadores de hombres’; en realidad la palabra en griego significa literalmente ‘rescatar con vida’, es un participio del verbo “salvar”, ζωγρῶν, pero de esa salvación que trae el Señor, de esa vida para siempre; entonces la propuesta que le hace a Pedro y a los otros es a ser ‘posibilitadores-facilitadores-portadores de una vida plena’ para aquellos que están en una situación de una vulnerabilidad tal que necesitan de ese rescate.

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