50 años de misión en Argentina de nuestras Hermanas Dominicas Irlandesas
“Y aún seguimos en tu camino…”
El sábado 24 de febrero, Alicia, Antonia, Eugenia y la que suscribe: Liliana, participamos en la celebración de acción de gracias por los 50 años de misión en Argentina de nuestras Hermanas Dominicas Irlandesas: mujeres atentas al Espíritu y al sufrimiento de quienes las rodean. Fue en el Barrio llamado “Cuartel V”, Moreno, Buenos Aires, en la Parroquia “Santa Brígida”.
Celebración sencilla, simbólica, significativa. Con mucha participación de la gente de los barrios por donde ellas pasaron y viven actualmente. Se percibía alegría y agradecimiento en los rostros, las palabras y las actitudes de la gente. Se podía palpar la fecundidad del caminar de las Hermanas. La semilla había dado su fruto.
50 años, un trozo de tiempo en la historia que nos habla de conciencia evangélica, y como expresa Mery en su libro, dicen “del empeño de un grupo de mujeres alertas ante el sufrimiento de la humanidad, trabajando para mejorar la calidad de vida de la gente que vive a su alrededor” [1].
50 años de camino; 50 años de predicación a tiempo y a destiempo; 50 años de presencia, misión y entregas, “…andando caminos juntas…”, “Como hebras en un Tapíz”.
Vivenciamos el recorrido de 50 años de un despertar, producto de la penetración del Espíritu en la historia por la mediación del Vaticano II, traducido para América latina por los documentos de Medellín y de Puebla. Ese Espíritu que fue moviendo corazones en la segunda mitad del siglo XX y abriendo caminos nuevos para nuestra Vida Consagrada.
Jornada de alegría, de re-encuentros sororiales y fraternales, que nos permitió activar la memoria, mirar el camino recorrido y agradecer al Dios Misterio su presencia entre nosotras, además de percibir, fuertemente, las inexorables marcas que el tiempo en su transcurrir deja en los seres humanos.
Las Dominicas Irlandesas celebran 50 años desde la aceptación de un desafío: “la opción preferencial por los pobres”, como expresa el documento de Puebla, que asumido y encarnado, fue fecundando sus vidas, transformando su modo de orar; haciendo más auténtica su vida en Comunid
ad, concretando la amistad; la sinceridad; vivencias todas que favorecieron la madurez humana y por ende la madurez evangélica. Sus vidas hoy son resultado del impacto que la vivencia de la “gente común” dejó en ellas, porque se dispusieron a ello, porque lo permitieron.
Han caminado 50 años por Argentina creciendo en la conciencia de que la opción de dedicarse a los más pobres y oprimidos de América Latina, contenía la implicancia de que lo que sucede en el contexto en que viven las Hermanas, afectaba también a la vida de Comunidad y de que a partir de ese momento, no serían las mismas.
Y no fueron las mismas, ni ellas ni su Congregación.
Una historia de 50 años que les permitió descubrir lo que existe más allá de la realidad que nos rodea y que devela lo que otros han esculpido en el mundo en que vivimos: la situación manifiesta que las decisiones políticas y económicas de los que detentan el poder modelan de muchas maneras nuestro mundo; un país; una región,…
Celebran 50 años de escucha y respuestas; 50 años en el que el cambio impactó en sus vidas y en la vida de su Congregación. Tiempo en el que, después de intrincados discernimientos, la apertura para la adaptación, en cada una de ellas, no se cerró a las propuestas de lo diferente. Camino en el que muchas veces la incertidumbre acompañaba los pasos; en el que sin mucha seguridad obraban, permitiéndole al tiempo hacer lo suyo, dejando que el Espíritu obre, en muchas circunstancias sin ideas tan claras, y en circunstancias con mucho sufrimiento. Historia de mujeres valientes en sus opciones, historia de búsquedas, de tanteos, de un caminar con muchas dificultades y flaquezas humanas. Una historia de fidelidades, “sin perder el amor primero, en la que unieron mística y profecía, acompañando a nuestro pueblo en su martirio y en su alegría”.
¡Gracias Hermanas!
Hna. Liliana Badaloni
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