Cien años del fallecimiento de Fray Ángel María Boisdron
Hoy recordamos a nuestro fundador, Fray Ángel María Boisdron a cien años de su fallecimiento. Los aniversarios son una excelente oportunidad para releer la vida de una persona y dejarnos impregnar por sus búsquedas y aprendizajes.
En este año “boisdroniano” que celebramos, fuimos invitados a recorrer la biografía de este creyente, como una manera de descubrir la presencia de Dios en su historia, porque sabemos que se manifiesta en aquellos que se abren a su misterio y se dejan habitar por Él.
Fr. Ángel María fue un incansable buscador de Dios y por ello “un amigo de Dios”. Él es un compañero de camino y a la vez un guía que ilumina nuestros pasos y nos conduce con su sabiduría, la que recibió como un don de Dios, en medio de sus aciertos y errores. Fue un viajero incesante y sus viajes fueron su mejor escuela.
Manifestó en su vida una profunda sensibilidad social que lo llevó a vivir una espiritualidad de ojos abiertos, dejándose conmover por el sufrimiento de los más pobres. Durante el cólera que azotó Tucumán, se asoció a Elmina Paz de Gallo para dar respuestas concretas al drama de la epidemia, viviendo la compasión con los más desprotegidos. Luego, junto a ella fundó nuestra congregación y acompañó el crecimiento espiritual de las mujeres que se consagraron a Dios y a todos los amigos que se comprometieron con los diferentes proyectos que fueron desarrollando.
Boisdron, siguiendo las huellas de Domingo de Guzmán aprendió a contemplar a Dios en la oración y en los caminos que transitó, comprendió en su época que la Iglesia de Jesucristo debía ser “una iglesia en salida”, como hoy lo expresa el Papa Francisco.
Honrar su vida es atrevernos a realizar el viaje más difícil, hacia hacia el fondo del alma, donde habita el misterio de Dios.
Que podamos dejarnos impregnar por su sabiduría y contagiarnos de su entrega generosa al servicio de los demás.