Encuentro «Arraigos para la Vida»
Con mucha alegría compartimos la celebración de 10 años de búsquedas de una espiritualidad holística en clave de mujeres.
Durante los días 23, 24 y 25 de febrero, nos convocamos en la Casa de Encuentro Virgen Niña (San Miguel) para compartir un retiro espiritual que tuvo como objetivo recoger la memoria de lo vivido y profundizar en la práctica de la “sororidad” y el “empoderamiento” para construir nuevos liderazgos.
Como un modo de poner en práctica el tema elegido, el retiro fue preparado por los distintos círculos de Arraigos de lugar. Queremos compartir algo de lo que vivimos y las certezas que continúan guiando el camino hacia adelante.
Las mujeres que integramos los círculos de Arraigos para la Vida venimos de contextos sociales muy diversos. Muchas son sobrevivientes de experiencias personales y familiares muy difíciles y dolorosas. Lo decimos, no para victimizarnos sino para reconocer de dónde venimos y porque la búsqueda de una espiritualidad holística en clave de mujeres se inicia en la conciencia del partir de sí como paso fundamental para toda transformación. Decidimos hacer estos cambios no en soledad sino juntas, a la par, convencidas que la vida de cada una de las mujeres es valiosa.
Los círculos de mujeres son espacios comunitarios donde poder desarrollar nuestras capacidades y potencialidades, para luego liderar cambios personales y en los entornos locales. De esta forma tejemos relaciones nuevas, desde la diversidad de la propia subjetividad en interacción con la alteridad de la otra.
A lo largo de estos diez años, y en continuidad con las experiencias previas antes de comenzar con la red de Arraigos, hemos aprendido que el círculo, además de una forma simbólica es un principio político que transforma el orden social patriarcal que es vertical y jerárquico. Cuando las mujeres nos reunimos y nos sentamos en ronda, nos percibimos como iguales, y nos habilitamos a hablar con el mismo nivel de autoridad. A través de nuestros grupos, reconocemos que la circularidad nos habilita, cotidianamente, para tejer relaciones democráticas y flexibles para evitar, tanto como podemos, las jerarquías que excluyen, especialmente a los más vulnerables. La diversidad caracteriza la vida de los círculos que están arraigados en ciudades y zonas rurales de nuestro país y también en países vecinos. Esto nos permite experimentar identidades mestizas y plurales, y nos impulsa a aprender el camino de integrar la diversidad no como amenaza sino como riqueza.
Actualmente, existen círculos de Arraigos en Wanda, Puerto Esperanza y Oberá (Misiones), en Santiago del Estero, en San Fe, en diversos barrios y localidades del Gran Buenos Aires: El Talar, La Reja Grande, José C. Paz, Béccar, José León Suárez, Mataderos, Tablada, Carlos Gardel. Como extensión de las prácticas de las mujeres de Misiones hay dos círculos en formación en Ciudad del Este (Paraguay) y Fortaleza (Brasil). En el correr de este año se están formando dos nuevos grupos en Quitilipi (Chaco) y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Nos asombra el crecimiento de la red de mujeres y grupos que fuimos entretejiendo a través de una política de mujeres que ensaya nuevos liderazgos. Con el correr de los años, hoy podemos decir que “sabemos que sabemos,” que es posible liderar juntas si confiamos en la reciprocidad, con una organización flexible y descentralizada que posibilita el respeto y la admiración entre mujeres. También somos conscientes, que los liderazgos según estas claves, tienen sus riesgos, porque hemos sido formadas para gestionar ejerciendo el control sobre los acontecimientos.
Pero, a pesar de los conflictos propios de las relaciones humanas, nos atrevemos a empoderarnos para actuar con otros y producir los cambios que nuestras familias y comunidades necesitan. Para desandar la tradición patriarcal en la que fuimos formadas, ensayamos relaciones que nos empoderan cuando nos facultan para actuar desde nuestro propio poder. Cuando las otras nos habilitan para sentirnos capaces, crece el sentido de autoridad, el auto reconocimiento tantas veces negado por falsa timidez.
Nos alegramos con cada mujer que dice “yo era una mujer encorvada” y ahora “puedo ser protagonista de mi propia historia y hacer cambios que antes no imaginaba que podía.” Una práctica central, que posee la potencia inspiradora para producir transformaciones duraderas, es la lectura de la Biblia con ojos de mujeres. En este retiro, varias mujeres bíblicas nos motivaron para profundizar el sentido de nuestro andar: Débora, Priscilla, Tabitá, Lidia. Sus vidas y sus prácticas, enraizadas en la tradición judeocristiana, fueron intentos de hacer posible una realidad de inclusión y esperanza para muchos. Significan un lazo fuerte para reconstruir las genealogías femeninas que nos preceden y atrevernos a iniciar las que hoy son necesarias.
Desde todo lo compartido y reflexionado, percibimos que la vida nos desafía a romper con el triple combo de heroísmo, martirio y omnipotencia que se instaló en nosotras dañando nuestras vidas, muchas veces de manera irreparable. Nos queremos sanas, libres, empoderadas y en relaciones que construyen nuevas realidades. Sabemos que es una tarea cotidiana, que necesita el aliento y la confirmación de nuestros grupos de pertenencia, y que, cuando estos no pueden darnos este abrazo de sostén y empuje, contamos con el tejido de experiencias y prácticas de Arraigos para inspirarnos y ayudar a las que más lo necesitan.
Para Gabriela y Graciela es una alegría compartir estas búsquedas con otras religiosas que forman parte de esta construcción desde el inicio, impulsado por Graciela Dibo de las hermanas dominicas del Santísimo Nombre de Jesús, y Susana Pascuale, fallecida hace dos años, de las hermanas de Nuestra Señora del Calvario.
Aunque no estuvieron todas las hermanas que comparten el espacio, las cinco que participaron en el retiro, de derecha a izquierda en la foto son: Roxana de Santa Fe y Adriana de Oberá (Hermana de Nuestra Señora del Calvario), Graciela de Haedo (dominica), Zulema de Resistencia (Sagrada Familia de Burdeos), Gabriela de Haedo (dominica).
La sororidad es una práctica imprescindible en nuestro camino de hacernos mujeres
que esperamos sea una realidad vivida por todas las mujeres.
Norma Argerich, Erica Canalicchio, Alejandra Olivero, Mónica Ukaski, Gabriela Zengarini (Lideresas para la organización del retiro).