Fiesta del Bautismo del Señor, Isaías 42, 1-4. 6-7, Salmo 28, 1a y 2.3ac-4.3b y 9b-10, Hechos de los apóstoles 10,34-38 y Marcos 1, 7-11.
Para comprender la misión no solamente es necesario ver el signo sino escuchar la palabra que nos ayuda a reconocer con mayor claridad quiénes somos, y cuál es nuestro aporte y responsabilidad en esta historia de la humanidad
Adentrándonos a la Palabra…
Con la celebración de este domingo cerramos el tiempo de la Navidad y comenzamos lo que la liturgia llama tiempo ordinario, el día a día de nuestra vida cotidiana que quiere ser acompañado por la Palabra de Dios.
Y lo que celebramos en este domingo es el Bautismo del Señor. Los textos bíblicos ponen este relato al comienzo de la vida pública de Jesús no a las tres semanas de su nacimiento, pero la liturgia lo coloca aquí pedagógicamente, como dijimos al principio, la Iglesia quiere acompañar a todos en su cotidianidad con la Palabra del Señor. Pero veamos qué nos plantean los textos en este domingo y en qué nos ayudan en nuestro caminar diario. (Queremos hacer una explicación previa, no nos detendremos en comparar el bautismo de Juan con el que traerá Jesús, agua y Espíritu, porque creemos que no es el centro del mensaje del texto de Marcos, sino lo que nos revelarán los siguientes verbos: vino, vio y escuchó.)
Tres elementos nos salen al encuentro en el texto de Marcos. Lo primero es que este relato es presentado en los cuatro evangelios, haciendo que tenga un peso casi histórico; las cuatro comunidades, tanto la de Marcos, como la de Lucas, Mateo y Juan, hacen referencia al comienzo de la predicación jesuánica de este episodio; pero no solamente los textos bíblicos, recordemos lo que dijimos al comienzo del Adviento, también el historiador Flavio Josefo se refiere a esta actividad de Juan Bautista en el Jordán. Antes de que Jesús comience el anuncio del Reino, vive esta experiencia del Bautismo como antesala de su misión. ¿Qué le permite esta experiencia? O ¿qué le posibilita en su vida? Y aquí quisiéramos desarrollar las otras dos claves.
Este momento de iniciación, podríamos decir, es fundamental en lo que la Cristología posterior nos afirma: Jesús fue creciendo y comprendiendo, a lo largo de su vida, su misión. Recordemos como los evangelios de la infancia nos dicen que Jesús crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría… (cfr. Lc 2,40). Esta experiencia del Bautismo de Jesús no sólo aclara a la comunidad de Marcos quién era Jesús y define su misión, sino que nos presenta al Señor en este camino de crecimiento y de reconocimiento de su identidad y misión. Es muy gráfico el texto ya que no dice, como los otros evangelistas, que ven y escuchan la manifestación desde los cielos, sino que aquí en Marcos solamente es Jesús el que ve y oye. Y ¿qué es lo que ve y oye? Quién era, el Hijo de Dios… ¡Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto! No dice él es mi Hijo amado… y también le deja claro su misión. Pero para poder reconocer esta clave debemos saber un poco más de las escrituras, del Antiguo Testamento, algo que Jesús manejaba a la perfección. Veamos cuál es la misión que comienza a comprender Jesús, con mayor claridad, en este momento de su vida.
Jesús ve el Espíritu en forma de paloma, primer elemento para comprender su misión. Su vida está llena del Espíritu, y es el Espíritu quién lo conduce en su vida y misión. Pero hagamos eco, como seguramente hizo Jesús en ese momento. El Espíritu junto a una paloma, junto a alas, en el AT. Y salen a nuestro encuentro dos textos, en la creación dónde el Espíritu aleteaba… antesala de la claridad con que comienza la creación; y el momento en que Noé envía una paloma luego de que culminó el diluvio, para asegurarse el comienzo de una nueva creación. El segundo elemento que nos sale al encuentro para comprender la misión es la palabra escuchada… no solamente es necesario ver el signo sino escuchar la palabra que nos ayuda a comprender, recordemos a los magos de la celebración de la epifanía. Y la palabra que escucha el Señor es la misma que escuchamos en la primera lectura del profeta Isaías en este domingo, la misión de liberación y justicia para todo el pueblo.
¿Qué nos dicen estos textos en nuestro comienzo de año, en nuestra cotidianidad? Creemos que dos cosas. Por un lado, Jesús mismo necesitó vivir este proceso de reconocer su identidad, saber quién era, para conocer su misión en la historia de los hombres, algo que muchos de nosotros creemos manejar con mucha claridad. Qué interesante sería que podamos darnos un tiempo para decirnos quienes somos, y cuál es nuestro aporte y responsabilidad en esta historia de la humanidad, y no sólo para nuestro círculo inmediato. Lo segundo que nos parece importante es que Marcos nos señala el camino: Jesús supo leerse desde la Palabra de Dios iluminado con el Espíritu; ¿qué lugar tiene el Señor y su Espíritu en nuestros discernimientos? Sería una buena clave para celebrar esta fiesta de cierre y de comienzo de nuestro año.
Hna. Mariana Zossi OP
Licenciada en Sagradas Escrituras