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III DOMINGO DE CUARESMA- 8 DE marzo de 2015

03/10/2015

«Una Ley que nos libera y nos hace comunidad»

palabra del 8 de marzo

ADENTRÁNDONOS EN LA PALABRA

La primera lectura de este III domingo de Cuaresma, del Libro del Éxodo, es el texto del decálogo, o de “las diez palabras”. Desde el comienzo, Yahvé se presenta como “el Señor, tu Dios, que te hizo salir de Egipto, de un lugar de esclavitud” (Ex 20,2). Siempre es interesante recordar que estas palabras que establecen la Alianza de Yahvé con su Pueblo tienen como base la experiencia única de haber sido rescatados de la opresión, de la esclavitud. El Dios que hace alianza y promete fidelidad es el que escuchó el dolor y la opresión de su pueblo, y bajó a rescatarlo (Ex 3). Olvidarnos de eso es desvirtuar el sentido del decálogo y la importancia del éxodo como hecho fundante del primer testamento.
Por eso al leer estas 10 palabras (que encontramos también en la versión de Dt 5, 6-22) es bueno tener presente que se orientan principalmente a acompañar a este pueblo rescatado y liberado para que no vuelva a caer en nuevas esclavitudes, para que viva honrando a su Dios y a sus hermanos, en un sistema de vida igualitario y justo. Como lo dice bellamente nuestra hermana Ángela Cabrera: “El Dios de Israel es el que conduce a la libertad, al lugar espacioso donde la vida es posible…el que instruye para construir una sociedad alternativa”.
En el evangelio de Juan que leemos este domingo, vemos a Jesús desde el comienzo en una encrucijada y así es presentada su vida hasta el final, cuando llegará “su hora”. En una de sus tantas confrontaciones con los judíos, ésta se realiza en un espacio tan significativo como es el Templo de Jerusalén. “No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado” (Jn 2, 16), va a decir Jesús al tirar las mesas de los cambistas y vendedores: el movimiento económico que se concentraba en torno al templo era grande, y por supuesto los que se enriquecían eran la élite dominante, sobre todo la sacerdotal. En definitiva podemos decir que este gesto tan fuerte del Señor nos remite a aquella alianza del Éxodo: el Padre de Jesús y Padre/Madre nuestro nos convoca a honrar la vida, a respetar y cuidar la dignidad humana, poniendo bases para una sociedad alternativa donde ninguna persona o comunidad quede excluida, proclamando así nuestra fe en Yahvé. Jesús es la Palabra viva para recordarnos eso, y toda su vida, que termina inevitablemente en la Cruz y la Pascua, remite a este proyecto del Padre. Nuestra oración, nuestra fe cristiana, nuestros proyectos de vida no pueden perder de vista esta meta.
El Papa Francisco con frecuencia nos provoca y desafía desde las realidades actuales a vivir esta propuesta evangélica. “La necesidad de resolver las causas estructurales de la pobreza no puede esperar” (EG 202), “ya no podemos confiar en las fuerzas ciegas y en la mano invisible del mercado” (EG 204). Que podamos preguntarnos en esta cuaresma desde lo profundo de nuestro corazón sobre lo que nos esclaviza hoy personal, familiar, comunitariamente y buscar caminos para vivir esta Palabra que el Señor nos regala. Que todas las mujeres sabias que nos antecedieron y entregaron su vida y a las cuales recordamos en este día, nos inspiren en nuestro caminar.

Hna. Leticia Batista op
Bachiller en Teología Bíblica