Navidad en La Soledad
Además, las familias de La Soledad recibieron muy agradecidas las cajas navideñas que las familias del colegio prepararon especialmente para regalar a cada hogar.
Testimonio de Lourdes Fucilieri, voluntaria y alumna de 5to año del Colegio Santa Rosa:
«Este año fue muy diferente para mi y esta misión también. Fui con otras expectativas, un poco menos animada, pero mi final fue muy distinto, porque en La Soledad me renuevo.
Me sorprendí con los voluntarios que fueron y que hacen lo posible para ir. Algunos hace mucho no los veía y fue un reencuentro, un compartir que hace mucho no presenciaba, con otras vibras y en otro lugar. Conocí voluntarios nuevos, Tomi y Fran, con mucha predisposición y valentía al animarse a esto y prestar su tiempo para esta misión.
A veces las cosas no siempre salen como se espera y hay que improvisar, buscando otras cosas para seguir actividades, para no aburrir, hacer cosas conforme a lo que la gente busca y quiere. O improvisar en la conversación de las visitas para matar el silencio. Todo esto hizo y hace a la misión, y me demuestra las ganas de querer acompañar y conocer al otro, querer generar un cambio y lazo.
Esta misión vi y viví hermosas experiencias compartidas. En la celebración, ver a mis amigos jugar con los niños, reír con las mujeres y acompañar a los jóvenes que cada vez siento que se integran un poco más, que tienen más confianza con nosotros. Eso me llena, ver que crecemos y no solo entre nosotros, sino con otros y en otra realidad.
Del sábado, rescato el ver como a la noche jugábamos a las cartas y había distintos jóvenes: estaban los tramposos que se reían por todo, los honestos a los que los hacían levantar 20 cartas pero no se rendían, los que ganaban rápido y se quedaban esperando, pero atentos al juego porque la mesa era alegría.
Y el domingo me volvió a marcar por la tarde. Me tocó repartir las cajas con Nico, Martu, Pichu y Alexis en la zona a la que voy y otras zonas más que conocí por primera vez y me di cuenta qué tan grande es el pueblo. Alexis ayudó mucho en ese sentido, con nombres y ubicación. Era la primera vez que repartía las cajas en mi zona y fue re lindo cómo te recibe la gente. Me llevo también la experiencia de cómo hacer para dejarle la caja a un sordo mudo, como también lo bien que hace dejarle esas cajas a personas con las que tenés un lazo y trato re lindo. No tenés mucho tiempo para hablar y contarles porque es muy fugaz lo que tenemos que hacer, pero es muy lindo. Quieren que te quedes a comer, te ofrecen comida, jugás con los chicos. Incluso impacta ver crecer chicos como Franco, Benja, Luciana, Vilma, etc., que están re grandes y tienen más confianza conmigo. Es muy lindo saber que siempre tienen una historia nueva o responsabilidades nuevas.
El domingo a la noche también me marcó mucho, por la improvisación de último momento de la noche de cine suspendida por fallos técnicos. Yo estaba muy cansada, por lo que no participé mucho, pero sentada desde atrás hablando con Tomi y Pía vi como otros voluntarios animaban a los jóvenes con cantos, con juegos, saltando y riendo. Y creo que no solo yo lo sentí, que del ambiente destellaba amor, en una hermosa noche.
Me encantó la formación y el recoger sentidos que tuvimos y planeo hacer una carta para compartir lo leído en el texto con mi familia en esta Navidad.
Lo que puedo decir finalmente de esta misión que se paso volando es que no solo compartí, sino que conocí y que cada vez que vuelvo aprendo, valoro y amo un poco más.»