Pascua Joven 2017: «La alegría en el servicio»
La felicidad de la vida eterna empieza conmigo en la tierra. Comienza con más de 800 jóvenes dando su SÍ a Jesucristo. SÍ a vivir una experiencia en Dios, a recordar lo que fue y sigue siendo la pasión de Cristo. SÍ a vivirlo como pascuante, como coordinador, como servidor, como organizador, como familia y amigos. Detrás de cada SÍ, hay motivos, necesidades, expectativas. También hay dudas e incertidumbres que fueron puestas en las manos de Dios para que nada nos detenga a dar nuestro SÍ.
Pascua Joven me hizo entender que somos instrumentos de Dios, que Él habla a través de nuestras palabras y acciones.
Dios habla por medio del organizador que se compromete un año antes, encargándose de la liturgia, de las actividades desde que te levantas hasta que te vas a descansar, de los materiales, las cartillas, las comidas, entre tantas otras cosas.
Dios se expresa a través del coordinador que acompaña a sus pascuantes durante y después del retiro. ¡Su tarea es tan linda y comprometida! Es el desafío de ser guía y acompañar a un grupo de jóvenes, conocerlos y que puedan conocerse, forjar vínculos entre ellos como grupo y entre ellos con Dios.
Dios se manifiesta en cada pascuante que se entrega a vivir una Semana Santa distinta, dejando de lado comodidades, viajes o compromisos. Creo que el fiel reflejo del corazón y lo que siente el pascuante es su rostro al ingresar al retiro. Lleno de ansias y nervios por conocer con quien compartirá esos días; de alegría y ganas de compartir su carisma; de preocupaciones y dudas. Al terminar el retiro, esas incertidumbres que murieron en la cruz, resucitaron en rostros alegres, en sonrisas de Vida Nueva. La Resurrección llegó con amigos para cargar la cruz cotidiana, con ganas de contar y contagiar lo vivido, bailar el flashmob en el colegio, leer los desiertos de los lunes, sumarse a algún movimiento…
Dios se hace carne en el servidor que vive la alegría, que no puede permanecer en sí misma. La alegría tiene que ponerse en acción. Esa acción nos lleva al servicio. Este año, Dios me invito a mí y a 50 personas más a llevar la alegría de ser cristianos en el servicio durante el retiro. Sirviendo las comidas, colaborando en distintas actividades, ordenando, limpiando baños, participando de las celebraciones y escuchando los testimonios.
El desafío era responder a la invitación de servir con alegría. Yo me preguntaba cómo podría hacerlo. Dios me mostró la respuesta desde el primer momento, al verme y vernos cantar, aplaudir, sonreír cuando servimos la comida, festejar la realización de cada tarea. Descubrí la alegría que se siente saber que tenés un compañero al lado al que podés confiarle tus dificultades, que uno también puede complementarse con el otro.
Cuando compartís la alegría en el servicio, se multiplican las ganas de dar y darse a Dios y a quien tenés al lado. Cuando aparece el cansancio, las fuerzas del trabajo en equipo te animan a seguir.
Como servidora, tuve la oportunidad y la gracia de ver a Dios en la acción. Esto era una preocupación que tenía antes del retiro porque estaba acostumbrada a encontrarme con Él en la oración, en la predicación de la palabra, en una reflexión. Gracias a Pascua Joven encontré otra forma de hablar con Dios y de ver sus manifestaciones. Cuando pensé que se habían agotado todos los caminos y formas para encontrarlo, me sorprendió en uno nuevo.
Hoy tengo la certeza y la fe de sentirme amada y acompañada por Dios en todo momento porque experimenté que Él me amó y se entregó por mí.
Navegando mar adentro…
- La hora de la merienda: Particularmente esperaba este momento. Cargar las galletitas y las bebidas para salir al encuentro de los pascuantes y poder compartir ese momento tan importante del día, ya que se reunían por grupos para poner en común lo vivido y reflexionado en los desiertos. Si bien teníamos contacto con ellos a la hora de servir las comidas, esta era nuestra oportunidad para conocerlos y darnos a conocer. Fue un espacio donde pude escuchar sus historias y sus formas de relacionarse con Dios y también compartirles algo de mi propia vida.
- El examen de conciencia del viernes: momento en donde uno siente que el amor de Dios lo abraza, aún siendo pecador. Él perdona todo y nos da las oportunidades necesarias para arrepentirnos y transformar nuestro corazón. Esta actividad es donde comienza la transformación de cada uno para culminar en la resurrección del domingo.
- El idioma del amor: Participaron del retiro tres personas que tienen una dificultad en la audición (hipoacusia) y en el habla. Uno de ellos fue servidor y con él aprendí, además del lenguaje de señas, que no se habla tan solo con palabras, sino también con gestos, miradas y abrazos. Su ejemplo es testimonio vivo que la Palabra de Dios se expresa de forma universal y está al alcance de todos trasmitirla y recibirla.
- Espiritualidad: a la noche, después de terminar con nuestras tareas, nos dirigíamos a la capilla a rezar. Era un momento acompañado por cantos y reflexiones, donde uno podía agradecer y ofrecer lo vivido en el día. Teníamos un capitalario donde volcábamos en el las gracias y manifestaciones de Dios durante el retiro.
- Servir el almuerzo y la cena: lo que identificaba este momento eran los cantos, los aplausos, los bailes, hacer ruido con lo primero que encontrabas. La cara de sorpresa y alegría de los pascuantes daban ganas de servir aun más. Muchos se acercaban a preguntarnos cómo podíamos estar tan contentos, si no estábamos cansados. Creo que la respuesta es que el servicio, al ser compartido, multiplica las fuerzas y la alegría.
Milagros Arbeloa
Coordinadora
Pascua Joven 2017
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(Fotos: Colegio Santas Rosa)
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