Retiro de meditación en Tucumán
«Cuando, hace cinco años, decidí hacer mi primera experiencia en la Introducción a la meditación Zen sentía que estaba más cerca, cerca de algo que intuía y que buscaba hace tiempo. Cuando escuché a la Hermana Alejandra decir que sentarme y hacer silencio era como volver a casa, a nuestra verdadera casa, advertí que estaba en el camino y hoy, recordar esas palabras aun me conmueven.
En momentos de tanta prisa, de ruido, de ausencias… ¿quién no espera encontrar un refugio? En ese espacio de silencio encontraría no sólo paz, sino también respuestas. En cada sentada, en esa búsqueda convencida y siempre nueva de aquietar primero mi cuerpo, para recién aquietar mi mente y luego el alma, descubrí que era buscada y respirada por Otro. Buscar el momento de ese encuentro con lo sutil, con lo esencial que mora en nosotros, se tornó una necesidad. Me permite mirar con ojos nuevos, disfrutar y sorprenderme ante lo pequeño, ante la presencia de lo cotidiano, a descubrirme en el otro, a observar sin juzgar, a sonreír más a menudo. Con el zen, aprendemos a aceptar y disfrutar de la “talidad” de las cosas: las cosas, tal como están, están bien.
En este último retiro, nos convocamos meditadores que transitamos este camino hace algunos años y personas que deseaban conocer y comenzar a practicar. Como siempre, fue un espacio en el que experimentamos la gracia de Dios derramada generosa y misericordiosamente que nos entusiasma e impulsa a ir más profunda en el camino hacia nuestra verdadera casa.»